Nuevamente, y para gozo de todos, se nos concedió importante premio, al bonito monumento que conseguimos plantar en medio de la plaza. Difícil era conseguir ascender en la escalera de premios, luego de haber estado el año anterior entre los diez primeros, sin embargo subimos varios y difíciles peldaños recortando distancias a los primeros clasificados, hasta conseguir situarnos entre los siete primeros de más de sesenta concursantes. Con la buena dirección de Antonio Chofré que aporta la idea, su estructura, calculo de superficies (al milímetro), materiales (contrachapado y maderas aportadas por el amigo Ignacio Gomez-Lechón al que le estamos muy agradecidos sobre todo por el tablero 0,5), herramientas (tupi, taladro, martillo-compresor, perfiladora, pulidora, sierra ametralladora, atornilladora y alguna otra más), las hojas de enredadera (Sergio Montesinos y Carlos Camacho trajeron cinco toneladas), y la extraordinaria colaboración de grandes y pequeños, falleras y falleros, que arrimando todos el hombro, en el sentido literal de la expresión, pudimos colocar en tiempo y lugar la no muy ligera Cruz, que todos conocemos y que tanto gustó, por su figura atrevida, original, a la vez que respetuosa y solemne. Colofón fue la extraordinaria paella guisada por los "mestres cuiners" (Salva Casani y Fernando Verduch, acertaron plenamente) de la Falla, perfectamente atendido en todos sus detalles, antes, durante su cocción (7 kilos de pollo y 4 de conejo) y después por esta terna de casaleros que son Carlos Camacho, Salva Blanch y Vicente Ebri. Esperamos y confiamos seguir éste año con tradición tan sana y espiritual a la vez que festiva y costumbrista, porque permite, con el esfuerzo de todos, mantener una bonita y valenciana costumbre. Felicidades a todos.