Circulaba en el calendario los finales del mes de abril de 1998 y, en una de esas juntas generales tan apetecibles de principio de ejercicio donde casi todos los falleros mantienen vivas las fuerzas de la fiesta, y aprobado por unanimidad el presupuesto, surgió la pregunta: ¿vamos a hacer Cruz de Mayo?! Continuado silencio, reacciones positivas inmediatas, comentarios varios sobre presupuesto, ayuda de terceros, dirección artística, esponsorización, etc. Mientras los presentes debatíamos si eran galgos o podencos, la cabeza siempre pensante de Don Antonio Chofré comenzaba a funcionar y en un instante dibujó, improvisando, sobre el delicado hilo del mantel de la mesa -cual Miguel Angel cualquiera- lo quesería nuestra "CRUZ DE MAYO". Tras su estudio técnico, volumetría, superficies, planos, escalas, proporciones y demás menciones, los falleros, siempre bajo la estela y tutela técnica y eficaz de Don Antonio, al que le fueron mostradas verdaderas muestras de apoyo y afecto, iniciamos el camino hacia la gloria artística. Resultaba paradógico y hasta novedoso ver a ilustres falleros tomar toda clase de herramientas y emprender el tratamiento delicado de la madera para hacer el armazón, marcar agujeros, utilizar sabiamente el martillo (la más preciosa y útil herramienta que ha inventado el ser humano), el destornillador o las tenazas y escuchar los sabios consejos de Don Antonio que con suma delicadeza y dulce voz orientaba y moldeaba el imputo colaborador de la tropa que cada noche se reunía a hacer un poco más de realidad el dibujo de aquella obra escultórica en forma de artística cruz, que en fotocopia, nos había repartido el maestro para ir identificándose con su figura! Si sacarla del casal fue una demostración milimétrica de adaptación a los medios por la exacta medición para que saliera por el hueco de la puerta, su traslado al centro de la calle fue una odisea, con un tráfico infernal (a las seis de la tarde un sábado, víspera del "día de la madre'), interrupción del tráfico en las calles coincidentes y la policía municipal de nuestra parte, luego de contarles el significado de la 'fiesta "y su conocimiento por nuestra máxima autoridad. Sin embargo estábamos iluminados por el triunfo seguro y así, a la hora del "encuadre" de la figura, con la plaza entera infestada de falleros, peatones, conductores e invitados a las comuniones del Colegio Dominicos, irrumpieron en un gran aplauso y gritos de ¡Antonio! ,¡Antonio! ¡¡Antonio!!. No era para menos porque antes se había tenido que situar la base y cuerpo central, fijarla en el centro geométrico de la plaza (la boca de alcantarilla), falcarla con tirabuzones y arena y fijarla para recibir la cruceta y colofón superior. Las fotografías no mienten y son fiel reflejo de las diferentes fases de su desarrollo y de la enorme afluencia de falleros deseosos de seguir las enseñanzas del "maestro crucero". Estamos contentos porque, además, fuimos premiados entre los diez primeros en un concurso donde compitieron sesenta cruces florales. Al final, y en serio, hemos disfrutado a la vez que colaborado para que ésta encantadora costumbre no se pierda entre nosotros, antes al contrario, que crezca, apoyada por muchos, alentada por unos cuantos y sabiamente dirigida por uno solo (éste año por Antonio Chofré, otros por Ignacio Sancho), que se renueva ilusionada y plena de simbolismo, en un ambiente competitivo, festivo y alegre de sana y libre colaboración!