Cuando de nuevo tengo que salir a vuestras manos, lo primero que se me ocurre es agradecer a todos los que han colaborado en mi alumbramiento, a todos los que consienten que año tras año sea herramienta de comunicación de la Falla, a todos los que silenciosamente aportan su grano de arena y hacen posible que todos los amigos de ésta Falla podáis tener un contacto más directo con la realidad de nuestra fiesta. Efectivamente todas las colaboraciones de ésta manifestación escrita de la fiesta que pretendo ser, son tremendamente importantes y así deseo hacer constar mi agradecimiento a los que directamente han colaborado (algunos repiten del año anterior) y animarles en sucesivas y anuales efemérides, porque su aportación es necesaria para que salga a la calle y pueda transmitir a todos algo de falla. Ese mensaje de alegría fallera no estaría completo sin una portada que sirviera de cauce correcto y eficaz reclamo para llamar vuestra atención, característica que se ha conseguido. La portada debe ser la antesala del texto, viva, sorprendente, identificable, anunciable, provocativa, significativa de un primer y claro mensaje que me place comprobar reúne la que me preside, obra del entrañable artista Francisco Lorente de la Riva, padre y abuelo de falleras (nuestras queridas María Teresa y Macarena Chofré Lorente). Al igual que mis portadas de los años 1995 y 1996, nuestro querido artista colaborador ha sabido plasmar con sus pinceladas maestras el sabor de nuestra fiesta, su luz, alegría, colorido, emoción, en definitiva, Falla. Conste el agradecimiento a todos por su complacencia y colaboración, en especial a tan significado artista que, juntamente, con los autores de los textos engrandecen y dignifican éste humilde manifiesto fallero.
