Una Mala Tarde la Tiene Cualquiera

Llibret del año 1997
  Una Mala Tarde la Tiene Cualquiera
  
  Fue una mañana de marzo,
  de recogida de premios,
  y aunque costó gran esfuerzo
  tenerse que levantar
  quedamos para un almuerzo.
  
  Jesusín trajo un paté,
  pan con tomate, muy fino,
  y un chorizo que caté
  regado con un buen vino,
  nos llevó a tomar café.
  
  No podía imaginar,
  tomando aquella infusión,
  que tras aquel almorzar
  no estaría en situación
  de a ningún sitio llegar.
  
  Las prisas, el carajillo,
  el almuerzo y los calores,
  hicieron tal mezcladillo
  por las zonas interiores
  que me sentí pachuchillo.
  
  Y al sonar de los clarines,
  con nuestras mejores galas
  mayores y pequeñines,
  disparados como balas,
  partimos a otros confines.
  
  Yendo hacia nuestro destino,
  entre una gran desazón
  y con color mortecino,
  me entró un gran retortijón
  en la mitad del camino.
  
  Tratando de recordar
  ¿qué habría sido?, pensé,
  de entre todo aquel manjar.
  Debe haber sido el café
  lo que creó el malestar.
  
  Dije a la congregación
  con la cara un poco tensa
  por la grave situación
  "saldremos mañana en prensa
  como me dé otro apretón".
  
  Y viendo que no podía
  concluir con dignidad
  aquello que acontecía
  dije con solemnidad.
  "hasta luego, buenos días".
  
  Así, con un apretón,
  sin pausa pero con prisa,
  caminando por Colón,
  creí oír alguna risa
  de alguien de la comisión.
  
  El trayecto fue un tormento,
  el ascensor un infierno,
  y el pasillo, aunque un momento,
  me pareció ser eterno
  por aquel aflojamiento.
  
  Aquella faja maldita
  que no podía soltar
  por culpa de la cintita.
  Me empecé a desesperar:
  ¡me estaba haciendo......!
  
  Digo, una vez aliviado,
  y no me falta razón,
  que antes de ir a cualquier lado,
  por si te da un apretón,
  deberás de ir preparado.
  
  Fernando Verduch
  

Fernando Verduch.




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