Bueno, como supongo que ya sabréis vosotros, y quien no lo sepa que se de por enterado, un emprendedor grupo de jóvenes de esta falla (Teté, C. Ordiñana y Ase, N. Vilana y Amparo, Valerio y Eva, J. Montesinos y su novia Cristina, Álvaro (El Vasco) y Gracia, Manuel y M. Cuenca, N. Ordiñana y M Blanch, S Blanch Jr, y Begoña y R Ferrando Jr.), el 17 de abril, partimos hacia Sevilla, tierra de amor y amistad. Fue un viaje largo, sobre todo porque algún coche no tiraba mucho, pero al fin llegamos al hotel, cuyas habitaciones se parecían mucho al baño que instalamos por fallas en la calle. Después de dejar las maletas en las habitaciones, la comida en mi habitación y la bebida ( Coca-Cola, Fanta,....) en la de Manuel, nos pusimos a comer los bocatas que nos habían hecho nuestras madres ( Vasco: a mi no me lo hizo nadie) y después de una buena comida una buena siesta, la cual se hizo imposible por el calor; así que cada uno se refresco como pudo, en el caso de Manuel luciendo un bonito bañador. Y hablando de ropa, digno es recordar el pijama que se llevó Jesús. De esta manera, descansando o de visita por la ciudad, nos pasábamos la mañana hasta la hora de comer, que nos íbamos a un bar; en el que más disfrutamos fue en uno cercano a las Ventas, en el cual Andrés ( un camarero) ligoteó con Teté, y prometió venir avernos por Fallas. Ese mismo día, el cual fue el último, algunos de los hombres denominados “Currisras” ( los hermanos Ordiñana, N. Vilana, el Vasco y Valerio) fueron a los toros y el resto dimos una vuelta en carro por Sevilla viendo sus monumentos, la mayoría de los cuales ya habíamos visto porque por las tardes nos dedicábamos a ello. Por la noche, nos íbamos ha cenar por ahí, aunque el sitio que mejor recuerda el sector masculino fue uno perdido entre las callejuelas del centro, en el que además de estar buena la comida, estaba “buena” la camarera, de ahí que nos lleváramos tan buen recuerdo. Y así, como nos habíamos hecho fotos en los principales monumentos, decidí hacerme una con la”escultural” camarera la cual se llamaba Rocío, momento en el cual, Nacho Ordiñana aprovechó para hacerse otra foto ante los celos de algunas de las presentes (María). Acabada la cena dábamos una vuelta e íbamos a dormir o charlar sobre lo que había pasado durante el día. Por último me gustaría recordar que a la vuelta nos pasamos por Granada para ver la Alambra, la cual, para redondear el viaje, estaba cerrada.