Una noche de septiembre, la noche del veintidós. Parecía que quería llover, pero a nadie le importó. Tras el escenario, un barullo de falleras esperando a ser nombradas, sin poder probar bocado de la emoción. A pesar de saber que la decisión ya estaba tomada, los nervios estaban a flor de piel. De repente, se encienden las luces y los altavoces empiezan a vibrar. Comienza el espectáculo. Desde atrás ¡parecía que toda Valencia estaba allí metida!, se oía la música y los gritos del público como si fuera el concierto de un cantante famoso. Y por fin, me llegó el turno. Recuerdo que el pasillo hasta el escenario se me hizo eterno, y cuando se abrieron las cortinas, alcé la mirada y ahí estabais, justo enfrente ¡con una pancarta enorme!, todos de pié aplaudiendo y a grito pelado. Sentí que tenía suerte de estar ahí, de estar rodeada de gente que me quiere, que me apoya y me acompaña en los momentos más importantes. En un segundo ya tenía el brillo en los ojos, ese que siempre conseguís sacarme y que dice que en cualquier momento me podía poner a llorar. La Plaza de Toros me pareció más bonita que nunca. Las luces, la música y los colores de la Senyera la hacían realmente espectacular. Las gradas estaban repletas de gente, globos y pancartas, pero yo no podía dejar de mirar a mi gente. La falla Isabel la Católica, una vez más, se hacía notar, se percibía su calor y su unión desde cada rincón de la plaza. Durante el desfile me iba encontrando con miradas conocidas, que me daban tranquilidad. Pensaba en las horas que tuvisteis que estar ahí esperando, a punto de llover, en esos estrechos e incómodos asientos, alguno que otro había que estaba lesionado o medio enfermo y seguro que todos con un montón de cosas que hacer. Los que no pudisteis ir lo seguisteis por la tele, pero todos aguantasteis hasta las tantas de la noche. Seguro que si hubiera salido hubierais bajado corriendo para poneros al lado del escenario y cantar conmigo el Himno. Y detalles como estos no tienen precio. No pudo ser, pero de verdad os digo que fue una noche que no olvidaré. Me siento afortunada por haber vivido a vuestro lado momentos como este, y me alegro de poder disfrutar las Fallas junto a Ampa, Almudena y Javier, un año más en nuestro casal. Gracias, porque vosotros hicisteis que esta noche fuera para mí tan especial.
