Con viento a favor, las sirenas de los barcos alcanzaban los andurriales de Gaspar Aguilar, no con la puntualidad con que sonaban en las fábricas, pero sí compitiendo con las locomotoras de vapor… Aquello no gustaba en el barrio. Siempre que llegaban los pitidos de las máquinas de tren, el cielo barruntaba lluvia… Una lluvia que fue hilvanando estampas de la infancia y memorias del barro, y que tozudamente solía tener un desagradable protagonismo en Fallas…
Hace unos días - al rebufo de una respuesta que dieron a Rafa Ferrando en Junta Central Fallera – otro Rafa con el Renovell detrás me regaló un libro, incluyendo garabato dedicatorio en la contraportada. Es un ejemplar del Cincuentenario de la Falla Costa i Borrás, Agustina d´Aragó i Santander . Lo de Santander, aclaro, vino más tarde, una vez que los pilares de hormigón se cargaron el Huerto de Senabre y la Alquería del Tío Roig , y pasó a la historia aquello de correr saltando acequias, y de cabrear a la Guardia Civil y los Guardacamps… El caso es que la Comisión puso más acento en la ciudad del Cantábrico , para mosqueo del vecindario de Carteros, apeado del titular , y enfado general del florido Barrio de la Previsora …
Me señala Rafa Renovell a Don Vicente Bordetas, el Maestro, escalafonado en el primer antecedente que plantó, marzo de 1945 , con el cargo de Contador . Apostamos a que alguno de la directiva recibiría gustoso un calbot por culpa de las cuentas, no con el sabor de tiza y pizarra con que ya los habían probado la mayoría, sino con ese magisterio que Don Vicente impartiría en el Casal, entre porrones,cacagüet, bastos, espadas, y dominó.
Página a página me llevó Renovell por el camino de la publicación, hasta llegar a 1947, y lanzar certero su índice derecho en pos de un nombre y apellido que se acomodan en el borde de un renglón… Tomás Brisa… Y ahí me dejó solo con los recuerdos… con los recuerdos de un Tomás Brisa libreta y estilográfica en ristre, gafas en la punta de la nariz, emulando redondilla casa por casa – caja, trombón de pistones, clarinete, y saxo – para que callejeando la apuntá comenzara la fiesta… con una imagen sepia en la que aparece sentado a la sombra de una parra, dando vida a un personaje en el teatret del Casal , muy en su papel a juzgar por el ademán… con esas disputadas quinielas que fui mejorando con el paso del tiempo, y que le gané mientras mi Salvador Debón llevó la delantera sobre su Juan Huerta… ../..
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Tomás Brisa fue fallero más allá de la propia comisión de falla, enraizado como estaba con la gente del arte desde su paso por la Academia de San Carlos ; por no hablar de sus juveniles filigranas como batería de la Gon Gon Jazz, cuyo trompeta – un tal Renart – acabaría ganando más dinero con las persianas… Fue fallero que me destapó los secretos de los talleres, cuando aún iba cogido de su mano, y me permitió conocer , entre otros, a un Ricardo Rubert que siempre me pareció un genio, cuando todos decían que estaba loco. Fue fallero que me introdujo en las fórmulas, en los planos, en los conceptos, en las entretelas de los jurados… ( ¡ Genial aquel episodio de Na Jordana, rompiendo el palet en la puerta del Ayuntamiento, y llevándolo enrollado bajo el brazo…! ) . Fue fallero que educó mis oídos a los ritmos de una mascletá, y mis ojos a la paleta de los castillos…
Pintor y músico que paseó a su hijo por museos y certámenes de bandas, Tomás Brisa amó el mundo fallero desde dentro y desde fuera, como protagonista y como espectador, lejos de tópicos encorsetados y de farándulas chabacanas… Lo suyo era decorar objetos y experiencias con un toque de señorío, estilo, y elegancia, sin importarle el valor material o su trascendencia. Y en esa pasión por la cultura que mana desde el propio corazón del pueblo, fue de nuestra rama el primer Brisa nacido en Valencia, y el primer eslabón de una cadena fallera que partió de la Plaza de Sant Bult, pasó por Costa i Borrás, y sus descendientes mantenemos desde la Plaza de Segovia, Pio XI, Vall de Laguart, e Isabel la Católica…
El primer día que pisé un casal fallero, Ramón Bixquert, Presidente de Costa i Borrás, me preguntó si sabía escribir a máquina. Le respondí con un sí de esos que te cuelgan medalla, y acto seguido me dio una escoba para barrer el casal... Cuarenta años después, Carlos Ordiñana me ha pedido un artículo para el Llibret, y de golpe se me ha hecho un nudo en la garganta, porque me ha recordado que los Brisa, en lo que toca a ejercer el duro oficio de fallero, tenemos un Patriarca…